martes, 26 de enero de 2016

SE ACERCA LA PAZ

La canción de Macaco es un lipdup con la unidad de pediatría del Hospital Sant Joan de Deu, cada vez que se reproduce ayudamos a esos chicos. Gracias.

Otras canciones que se pueden utilizar.



miércoles, 20 de enero de 2016

CUENTO JAPONÉS

Las lágrimas del dragón

Lejos, muy lejos, en la profunda caverna de un país extraño, vivía un dragón cuyos ojos centelleaban como tizones ardientes.

Las gentes del entorno estaban asustadas y todos esperaban que alguien fuera capaz de matarlo. Las madres temblaban cuando oían hablar de él, y los niños lloraban en silencio por miedo a que el dragón les oyese.

Pero había un niño que no tenía miedo:

- Taró, ¿a quién debo invitar a la fiesta de tu cumpleaños?
- Mamá, quiero que invites al dragón.
- ¿Bromeas?, - dijo la madre.
- No, quiero que invites al dragón, - repitió el niño.

La madre movió la cabeza desolada. ¡Qué ideas tan extrañas tenía su niño! ¡No era posible!
Pero el día de su cumpleaños, Taró desapareció de casa. Caminó por los montes, atravesando torrentes y bosques, hasta que llegó a la montaña donde vivía el dragón.

- ¡Señor dragón! ¡Señor dragón!, -gritó con voz vibrante.
- ¿Qué pasa? ¿Quién me llama?, - pensó el dragón, sacando la cabeza fuera de su enorme caverna.
- Hoy es mi cumpleaños y mi madre preparará un montón de dulces, -gritaba el niño-. He venido para invitarte.

El dragón no podía creerse lo que oía y miraba al niño gruñendo con voz cavernosa. Pero Taró no tenía miedo y continuaba gritando:

- ¡Señor dragón! ¿Vienes a mi fiesta de cumpleaños?
Cuando el dragón entendió que el niño hablaba en serio, se conmovió y empezó a pensar:
- Todos me odian y me temen. Nadie me ha invitado nunca a una fiesta de cumpleaños. Nadie me quiere. ¡Qué bueno es este niño!

Y mientras pensaba esto, las lágrimas comenzaron a descolgarse de sus ojos. Primero unas pocas, después tantas y tantas que se convirtieron en un río que descendía por el valle.

- Ven, móntate en mi grupa - dijo el dragón sollozando- te llevaré a tu casa.

El niño vio salir al dragón de la madriguera. Era un reptil bonito, con sutiles escamas coloradas, sinuoso como una serpiente, pero con patas muy robustas.


Taró montó sobre la espalda del feroz animal y el dragón comenzó a nadar en el río de sus lágrimas. Y mientras nadaba, por una extraña magia, el cuerpo del animal cambio de forma y medida y el niño llegó felizmente a su casa, conduciendo una barca con adornos muy bonitos y forma de dragón.

CUENTO DE LEÓN TOLSTOI

En la ribera del Oka

 En la ribera del Oka vivían felices numerosos campesinos; la tierra no era fértil pero, labrada con constancia, producía lo necesario para vivir con holgura y aún daba para guardar algo de reserva.

Iván, uno de los labradores, estuvo una vez en la feria de Tula y compró una hermosísima pareja de perros sabuesos para que cuidaran su casa. Los animalitos al poco tiempo se hicieron conocidos por todos los campos de la vega del Oka por sus continuas correrías, en las que ocasionaban destrozos en los sembrados; las ovejas y los terneros no solían quedar bien parados.

Nicolai, vecino de Iván, en la primera feria de Tula compró otra pareja de perros para que defendieran su casa, sus campos y sus tierras.

Pero, al tiempo que cada campesino –para estar mejor defendido- aumentaba el número de perros, éstos se hacían más exigentes. Ya no se contentaban con los huesos y demás sobras de la casa, sino que había que reservarles los mejores trozos de las matanzas y hubo que construirles recintos cubiertos y dedicar más tiempo a su cuidado.

Al principio, los nuevos guardianes riñeron con los antiguos, pero pronto se hicieron amigos y los cuatro hicieron juntos las correrías.

Los otros vecinos, cuando vieron aumentar el peligro, se hicieron también con sabuesos, y así, al cabo de pocos años, cada labrador era dueño de una jauría de 10 ó 15 perros. Apenas oscurecía, al más leve ruido, los sabuesos corrían furiosos y armaban tal escándalo que parecía que un ejército de bandidos fuera a asaltar la casa. Los amos, asustados, cerraban bien sus puertas y decían:

-¡Dios mío! ¿Qué sería de nosotros sin estos valientes sabuesos que abnegadamente defienden nuestras casas?

Entretanto, la miseria se había asentado en la aldea; los niños, cubiertos de harapos, palidecían de frío y de hambre, y los hombres, por más que trabajaban de la mañana a la noche, no conseguían arrancar del suelo el sustento necesario para su familia. Un día, se quejaban de su suerte delante del hombre más viejo y sabio del lugar, y como culpaban de ella al cielo, el anciano les dijo:

- La culpa la tenéis vosotros; os lamentáis de que en vuestra casa falta el pan para vuestros hijos, que languidecen delgados y descoloridos, y veo que todos mantenéis docenas de perros gordos y lustrosos.
- Son los defensores de nuestros hogares- exclamaron los labradores.
- ¿Los defensores? ¿De quién os defienden?
- Señor, si no fuera por ellos, los perros extraños acabarían con nuestros ganados y hasta con nosotros mismos.
- ¡Ciegos, ciegos! –contestó el anciano- ¿No comprendéis que los perros os defienden a cada uno de vosotros de los perros de los demás, y que si nadie tuviera perros no necesitaríais defensores que se comen todo el pan que debiera alimentar a vuestros hijos? Suprimid los sabuesos, y la paz y la abundancia volverán a vuestros hogares.


Y siguiendo el consejo del anciano, se deshicieron de sus defensores y un año más tarde sus graneros y despensas no bastaban para contener las provisiones, y en el rostro de sus hijos sonreía la salud y la prosperidad.

CUENTO

Un cuento: Buscando la paz
Había una vez un rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron.
El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas placidas montañas que lo rodeaban. Sobre estas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos quienes miraron esta pintura pensaron que esta reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero estas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en medio de del rugir del la violenta caída de agua, estaba sentado placidamente un pajarito en el medio de su nido...

¿Paz perfecta...?

¿Cuál crees que fue la pintura ganadora?

El Rey escogió la segunda.

¿Sabes por qué?

"Porque," explicaba el Rey, "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz."

CUADERNO PARA LA PAZ

domingo, 20 de septiembre de 2015

CANCIÓN DE LA PAZ
El patio de mi cole,
es particular,
en él no hay peleas
como en los demás.

Abrazamé,
y vuélveme abrazar,
pero ten cuidadito
y piensa en los demás.